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¿Es tan mala la tecnología como creemos?


En la actualidad, con los avances tecnológicos, hemos dado pasos acelerados en nuestro nivel de conocimiento. La llamada Era del Internet ha revolucionado por ejemplo la forma en la que solíamos hacer búsquedas de información. Algunos de nosotros por ejemplo, hicimos nuestra tesis acudiendo a los ficheros de la universidad, en los que se nos indicaba la ubicación del libro o revista en los estantes, y aún en las mejores escuelas, la mayor parte de esos materiales tenían ya cierta antigüedad, es decir, difícilmente eran del año en curso.

Hoy por el contrario, contamos con información al día de lo que sucede en cualquier parte del mundo, no solo las noticias, sino también las investigaciones y avances en cualquier rubro. Podemos entrar en contacto con cualquier persona, y eso incluye los "gurús" de nuestro campo, quienes usualmente se mantienen dispuestos a establecer comunicación con sus seguidores.

Hace unos meses leí también que por medio de tabletas electrónicas (sí, las tan vituperadas tabletas) se había emprendido una campaña de alfabetización en comunidades marginadas, ya que era la única forma de que los niños de esa comunidad podían recibir la educación debido a que no se contaba con maestros en esa área.

Sobra decir, que además de los ejemplos anteriormente expuestos, gracias a los avances tecnológicos, hoy contamos con herramientas como el Bio y Neurofeedback, que sin la tecnología no sería posible su existencia. La evolución que han tenido estos equipos, en principio rudimentarios, ha sido precisamente derivada de los avances tecnológicos, dentro de los cuales además incluso se han desarrollado aplicaciones y dispositivos "wireless" (sin cables), útiles especialmente para trabajar con atletas.

El impacto que ha tenido esta y otras tecnologías en la salud es impresionante. Chips que pueden mejorar el funcionamiento del cerebro, realidades virtuales que ayudan a mejorar los síntomas depresivos o reducir la adicción a los opiáceos, entre otras, son algunas de las muchas cosas sorprendentes que se pueden lograr por medio de la tecnología.

De tal suerte, que quizá valga la pena precisar, a qué tipo de tecnología nos referimos cuando hablamos de lo mala y dañina que pueda ser, pero más importante, cómo podemos optimizar su uso y sacar lo mejor de ella.

Si nos referimos a los teléfonos móviles y nuevamente, a las tabletas electrónicas, creo que vale la pena enfocarnos en cómo hacer un mejor uso de estos dispositivos. Ciertamente, la relación con ellos se ha vuelto muy cercana, al grado de generar angustia si es que los hemos olvidado en casa. Pero también, y en un ejemplo más, ocurrido recientemente en los sismos ocurridos en la Ciudad de México, fue por medio de estos instrumentos, que personas atrapadas en los derrumbes pudieron ser localizadas y rescatadas.

Las aplicaciones que pueden ser instaladas en ellos, permiten también mantener datos importantes, herramientas para trabajar y vivir mejor, música, entre otros. Si nos centramos en todos estos beneficios, es probable que dejemos de verlos como un enemigo a vencer y más como un aliado.

Desde luego que requieren ser controlados y supervisados, especialmente si los usuarios son menores de edad. Se recomienda que los muy pequeños no tengan acceso a ellos, debido a los daños visuales y cerebrales que potencialmente pueden causar. Por supuesto, que no deben ser utilizados como niñeras electrónicas. 

A medida que un niño avanza en su proceso de maduración, el uso de éstos debe ser regulado y supervisado, es decir, delimitando un tiempo de uso, y observando la manera en cómo se usa por ejemplo, a qué información se tiene acceso por medio de ellos.

Los dispositivos electrónicos, a ninguna edad, deben ser sustitutos de la interacción humana. De ahí que debamos de privilegiar el tiempo de interacción social por encima de del tiempo en los dispositivos.

En las aulas, es el maestro quien debe determinar cuándo y cómo se usarán estos equipos, evitando así que en lugar de favorecer, se conviertan en un obstáculo para el aprendizaje. En Francia por ejemplo, se ha prohibido el uso de dispositivos electrónicos en las aulas. Incluso a nivel universitario, se están optando por volver al método tradicional de enseñanza debido a que las posibilidades de distracción también pueden ser difíciles de controlar. Sin embargo, una vez establecido el cuándo y el para qué, los beneficios pueden ser relevantes.

En el campo laboral, las juntas virtuales y la educación en línea conviene sean utilizadas en tanto las posibilidades de hacerlas en forma presencial resulten inconvenientes en razón de su costo-beneficio. La comunicación cara a cara, debe ser prioritaria.

Estos son tan solo algunos ejemplos de cómo regular y optimizar su uso. La tecnología, insisto, debiera ser más aliado y menos un enemigo a vencer. 

O tú que opinas? 


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